Los jueces de la Cámara del Crimen le ponen un freno al «cambio de doctrina» que propone el Gobierno para respaldar la actuación de los policías en la calle.
Chocobar no es una golosina. A esta altura, tampoco es sólo un policía que mató a un ladrón tras un asalto violento en La Boca. Chocobar es ahora un punto de inflexión entre el espaldarazo a los policías que quiere dar el Gobierno como señal a la sociedad y el freno de los jueces decididos a marcar un límite. Esa pulseada -que se hizo ayer un poco más evidente- influirá en la agenda de la seguridad de este año que recién empieza.
Mariano González Palazzo dice que está «en el crepúsculo de su carrera» y que se está por ir de la Justicia sin ver su sueño de una universidad policial. Julio Lucini fue el juez que procesó a Omar Chabán, a dos comisarios y a varios funcionarios del Gobierno de la Ciudad por Cromañón. Rodolfo Pociello Argerich desempató para resolver la libertad de Boudou y, junto con Lucini, fue quien envió a la justicia federal la investigación por la muerte de Nisman, lo que significó el reverdecer de un caso que en la justicia ordinaria parecía destinado a un largo invierno.
Respetados como penalistas sólidos aún por quienes no comparten sus fallos, ellos son los jueces de la Cámara del Crimen que ayer confirmaron el procesamiento de Chocobar y le pusieron un stop al Gobierno en el «cambio de doctrina» que había enarbolado Patricia Bullrich por orden directa de Macri. Fue el Presidente el que recibió a Chocobar para felicitarlo por su acción luego de que el juez de primera instancia lo procesara.
La Cámara podía haber acompañado esa mirada política con un sobreseimiento -fue la posición del fiscal Ricardo Sáenz, aspirante a la procuración general que dejó vacante la ultra K Gils Carbó- o ratificar la culpabilidad dejando a Chocobar al borde de un juicio. Hizo esto último marcando la cancha: los jueces dijeron que Chocobar iba bien pero terminó mal. Iba bien mientras se involucró en la defensa del turista atacado, persiguió al ladrón y disparó tres veces al aire. Pero actuó mal a partir del cuarto disparo, cuando ya le tiró al delincuente que escapaba. Lo hizo cuatro veces y le pegó dos. El ladrón murió cuatro días después por esas heridas.
Los jueces atendieron las razones de Chocobar y hasta admitieron que es «una ilusión» que el caso pudiera haber sido resuelto «sin el uso de cierta violencia». Pero ahí se plantaron: «El punto radica en establecer su límite razonable». El policía pudo haber seguido disparando al aire y esperar los refuerzos, explicaron.
El freno al Gobierno lo pusieron con firmeza: «Un policía tiene el deber de actuar pero no puede apartarse de los límites que la ley fija».
Macri atendió la llamada anoche mismo: «No entiendo el fallo… ¿qué pretenden, que lo dejara escapar?». Y les mojó la oreja: «Seguro que Zaffaroni llamó para felicitarlos…». El Presidente ya debía saber que ninguno de los jueces aludidos es devoto del ex ministro de la Corte.
Aún es prematuro vaticinar la dimensión de la escalada, pero seguro continuará. La Cámara marca posición a los jueces -como el Gobierno a los policías- mientras policías y ladrones se cruzan en la calle a cada rato: sólo en la Ciudad hay 302 robos por día, uno cada 5 minutos.
Fuente: Clarín